Marca la tradición, cada nuevo año, la conjura de buenos
propósitos a sabiendas de lo utópico de alguno de ellos. Sin terminar de
arrancar el año ya tenemos ejemplos meritorios para saber por dónde van los
tiros. Las injerencias estadounidenses en oriente medio, las opiniones más
reaccionarias contra los pactos de gobierno en España, que los mares se ahoguen
en plásticos o que Australia sucumba pasto de las llamas, son pinceladas de un
paisaje desolador.
Sin derrotismos, podemos confirmar el distanciamiento entre
el poder y la ciudadanía. Parece un perogrullada manifestar que el poder emana
del pueblo, que es a su vez soberano. Cuando el pueblo anda cabizbajo, hipnotizado
a través de una pantalla luminiscente mientras las grandes decisiones que
repercuten en el entorno vital, se toman a puerta cerrada.
Por eso, porque la historia no puede ser escrita por los
poderes fácticos adecuando la narración a los intereses de unos pocos, cegando
a una ciudadanía adormecida. Se deben renovar las fuerzas de la ciudadanía
libre que se siente emancipada, deseosa de extender el empoderamiento a todo el
pueblo, poderoso y soberano.
Desde los postulados republicanos, siempre defendemos la
igualdad, la fraternidad y la libertad como principios inalienables de la
condición humana. Nadie está por encima de nadie. Debemos ser solidarios entre
habitantes de un mundo sin fronteras. Libres de desarrollarnos como personas
dentro de parámetros de sostenibilidad ambiental.
Son propuestas rompedoras respecto al modelo desarrollista
capitalista que desde la revolución industrial nos ha traído hasta la realidad
insostenible de bloqueo actual. Esta nueva década que amanece nos ha de traer
un futuro diferente, nuestro empeño debe ser consciente del desafío climático
al que nos enfrentamos.
La interrelación de los retos que debemos afrontar necesita
de la participación ciudadana, está solo se produce dentro de un modelo de
estado donde todos seamos iguales. Dentro de un sistema de gobierno republicano,
bajo un modelo federal, una ciudadanía libre podrá desarrollar políticas
fraternales que fomenten la participación ciudadana y las relaciones con el
entorno desde el respeto y la colaboración.
Este periodo que se abre, debe ser el del respeto a las personas,
máxima de la virtud republicana. En España la ciudadanía ha sido permanente
traiciona por sus élites políticas, circunstancia que debe ser corregida con
una nueva constitución, la del pueblo. Estamos obligados por decencia, a
restituir la memoria, la justicia y la reparación amordazadas en la inmodélica
transición.
Todas estas acciones molestan a poder, una ciudadanía
republicana no quiere molestar, quiere arrebatar ese poder a los arribistas que
lo ostentan para entregárselo a una ciudadanía libre. Con el propósito de
revertir la situación actual de crisis perpetrada bajo el dominio neoliberal,
la República propone un modelo sostenible integrado en el medio natural. Camina
con la cabeza alta.
Miguel Ángel Fernández Agrupación Republicana de Guadalajara La 9, desde 2016 por la III República
@argu_9